Zidane se movía con la prestancia de un torero. Con una maestría y clase suprema, él orquestaba el juego con inspiración divina. Sus pases eran de una perfección pasmosa, como pinceladas magistrales en la gran https://tasneemndrq511038.loginblogin.com/46517018/detrás-del-gesto-la-verdad-del-cabezazo-de-zidane